Constitución de los Estados Unidos, Barack Obama tiene que elegir en estos próximos meses como presidente a un nuevo juez para el Tribunal Supremo estadounidense. No faltan otra vez quienes ya, desde los medios cercanos al presidente y a la Casa Blanca, vuelven a la práctica del falso bombo obamita, o sea a hacer lo mismo que ya sufrimos durante la campaña presidencial: elevar a Obama a la categoría de lo que nunca fue.
Durante su campaña al Senado de Estados Unidos por Illinois, no faltaron las muchas ocasiones en que Obama y sus aliados pregonaron falsamente su condición de profesor de derecho constitucional. Durante su campaña presidencial también fue constante la insistencia de su equipo asesor y de los medios de comunicación en torno a la experiencia docente como profesor en materia legal y judicial por parte del entonces ya Senador.
Obama mismo se autocalificó durante aquellos meses de campaña entre 2007 y 2008 como “profesor de derecho constitucional” (“a constitutional law professor”). Muchos de sus oponentes, como la propia Hillary Clinton -que optaba también a la nominación del Partido Demócrata- ya dijeron que Obama no había sido nunca ni profesor titular, ni catedrático, sino tan sólo ayudante o adjunto de profesor, lo que en Estados Unidos se llama “lecturer” o “senior lecturer”. La Clinton tenía razón.
Podría pensarse que la distinción no es importante, pero lo es. En Estados Unidos, los profesores y catedráticos tienen titularidad permanente, los ayudantes o adjuntos no, por lo que Obama se ponía galones donde no le correspondía. Tanto es así que la propia Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago tuvo que salir al paso lanzando una nota de prensa sobre la docencia real de Obama y aclarando que, efectivamente, éste no fue profesor titular con permanencia, ni tampoco catedrático, pues sirvió entre 1992 y 1996 como “lecturer” y entre 1996 y 2004 como “senior lecturer”. O sea, que el bombo obamita quedaba así puesto en entredicho.
A Obama le dio igual eso. A la mayoría de los medios también. Elegido presidente de Estados Unidos, en su primer año tuvo que escoger el primer recambio para el Tribunal Supremo, su gabinete de prensa y los medios a favor volvieron a sacar de nuevo y hasta la náusea el rollo de la gran experiencia docente de Obama en el campo legal y judicial. Ahora que aparece otro segundo recambio en el Tribunal, empezamos ya a escuchar y leer en muchos medios sobre el gran conocimiento de Obama en materia constitucional, judicial y legal. O sea, más bombo sobre premisas falsas. Obama tiene el derecho constitucional de nominar a los jueces. A lo que no tiene derecho, ni él ni sus amigos mediáticos, es a perpetuar equivocadamente su verdadero historial académico.
ALBERTO ACEREDA "SEMANARIO ATLANTICO"
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